jueves, 23 de octubre de 2008

De cerdos y de política (Verónica Crescini)

Hipotecas, subprime, burbuja, devaluación, salvataje; palabras que hasta entonces advertían la presencia del suplemento especial de economía hoy parecen multiplicarse y teñir a otras páginas del diario. La crisis financiera 2008 es el eje articulador de todo el periódico. Lo que empezó siendo un extranjero juego de ruleta rusa entre un par de locos ambiciosos se roba las portadas locales. Nadie queda a salvo del contagio. Incluso la sección deporte, que medio en broma y medio en serio muestran la preocupación de Messi y Agüero por no cobrar en “papelitos”.
Mucho se ha dicho, y los eruditos y salvadores no tardaron en aparecer. Una de las tantas explicaciones que ha resonado es aquella que busca las causas en la falta de intervención estatal. Se señala el “giro” de la política norteamericana neoliberalista. Se acabó el mundo patas arriba. Se les aconseja a los “desarrollados” pensar en el plan B. El Estado comienza a ser protagonista; el “cerdo capitalista” se luce con su traje socialista. La novedad es la intervención.
Me pregunto ¿No será simplificar demasiado el asunto? El desarrollo de la economía ¿encuentra su “motor” sólo en el libre juego de mercado? Dudo que así sea. El sistema capitalista no puede reproducirse por sí solo. Más allá de su predica desregulativa, la lógica del juego de oferta y demanda tiene lugar dentro de un marco jurídico-político, que puede ser efectivo o ineficiente, pero siempre está. La reproducción social del capitalismo requiere que el Estado le garantice ciertas condiciones para su funcionamiento. Entonces, la debacle a la que hoy llegamos no fue por “falta de intervención” estatal, sino por “mala intervención”. No se trata sólo de mercado sino también de política. Mantener la estabilidad y contener los riesgos que puedan surgir en el sistema financiero norteamericano, es atribución de la Reserva Federal. Una tasa de interés baja o alta depende de este organismo. Como suele rezar un saber popular “la culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer”. Por lo tanto ¿no seria ingenuo atribuir responsabilidades al “exceso” de liberalismo?
Verdad de perogrullo, Bush no va a intervenir por vez primera en la economía. Basta recordar el “gasto social” que significó la campaña contra el terrorismo. Hoy, una vez más, la salida del laberinto sigue las pistas de la política. Lo interesante (pero no novedoso) es que deberá articular distintos niveles: lo nacional y lo inter-estatal, que tal vez se disfrace de trasnacional, pero que a fin de cuentas será deuda pendiente. Cada cual atenderá su juego (devaluación, salvataje, regulación del empleo), pero nadie podrá “cortarse solo” (¡mujeres maravilla atenerse!). Todos coincidirán que el proteccionismo no será la mejor solución. Sin embargo, la relación de fuerzas entre Estados es tan compleja que se hace difícil pensar en qué términos podría darse un segundo Bretton Woods. Por un lado, una Europa no tan unificada pero que intentará presentarse como un “todo” frente al gigante del norte, a fin de imponerse y disputar un liderazgo. Por el otro, Estados Unidos que no soportará perder posiciones, pero que es conciente de su “debilitamiento”, intentará aferrarse al patrón dólar. A estos actores ya conocidos deberán sumarse los países emergentes; principalmente China, a quien ya le atribuyeron la bendición de menguar la crisis internacional (¡Si Mafalda te viera!).
Hace unos días Sartori, escribió una nota muy interesante sobre el papel de la ciencia económica durante la crisis financiera. Acusándola de falta de previsión, el politólogo italiano se pregunta ¿por qué los economistas no previeron adecuadamente ni denunciaron la locura de los subprime, de las hipotecas sin suficiente cobertura? Coincido totalmente con Sartori; una ciencia debe saber prever. Los economistas deberían haber alertado que la deuda era incobrable y gigantesca.
No obstante, si acordamos en que el mercado no existe sin regulación, creo que al análisis de Sartori le falta aconsejar también una mea culpa a la ciencia política. Si es a través de un juego cuasi dialéctico entre política y mercado que se configura la economía, la ciencia política también debería haber advertido sobre las consecuencias que determinadas medidas podrían provocar. La burbuja inmobiliaria con sus hipotecas fue tema del que sólo se ocupó la sección económica, más allá del modo en que se lo haya tratado, más allá de que los economistas no se hayan asustado a tiempo. El análisis político se restringió a la competencia electoral norteamericana, donde “la política aparecía claramente”. Es verdad que la complejidad de nuestras sociedades requiere la especialización de áreas de conocimiento, pero creo que la ciencia política debería advertir que su objeto de estudio no debe cerrarse a lo que dice llamarse “política”. Sería interesante que el árbol no nos tape el bosque. Sería recomendable por estos días, empezar a preguntarse cuán lejos nos queda la sección economía.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Vero:
Me encantó tu artículo.
Es muy importante tratar de plantear cuál es el lugar del analisis político en el clima de crisis mundial, pues es algo que indudablemente nos compete. Ahora entiendo por qué.
Y muy a pesar de Mafalda, como dijiste, puede que detras de la muralla china se escondan muchas respuestas.
Saludos,
Magda

Anónimo dijo...

Hola Vero, muy interesante articulo.(hoy me propuse empezar a leerlos jeje) Me gusto mucho tu analisis del Estado que a pesar de la imagen comun de ausentismo en el caso norteamericano, en la economia en realidad siempre de alguna manera esta presente, y sobran pruebas para que la administracion Bush(y tambien Clinton,pero es medio largo de explicar jajaj) tenga parte de culpa en esta crisis. Y el comentario sobre el articulo de Sartori plantea interrogantes muy interesantes sobre los economistas y su papel, no son escuchados por los politcos,son complices de las ganacias o de los momentos de auge economico sin importar el como,para pensarlo.
Saludos!