jueves, 23 de octubre de 2008

El fin del capitalismo o “… no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió…” (por Virginia Stradolini)

“Pero el invierno con sus tristezas
pronto el reinado terminará
vendrán de nuevo esas bellezas
y el mundo entero feliz reirá”
J. M. Aguilar. Añoranzas.

Las últimas semanas han parecido ser un verdadero festín para ciertos militantes de izquierda, aquellas añoranzas sobre el fin del imperio, la caída del monstruo, la crisis del capitalismo han aflorado en varios medios de comunicación y no solo en los más radicales. Las fotos y las imágenes de los corredores de bolsa con manos a la cabeza, los jóvenes corredores tomando sus pertenencias y recorriendo cabizbajos las calles del lower Manhatan parecían ser una señal suficiente y casi inexpugnable de que el sueño se avecinaba, de que la añoranza daba lugar a su realización, de que de las mismas entrañas del monstruo -tal como lo había vaticinado Marx- se había gestado su propia desgracia. Era el propio capitalismo, como bien lo expresa en el prólogo de la “Crítica a la Economía Política”, el que generaba sus propias contradicciones y, pese a que estas contradicciones no estallaron producto de la toma de conciencia de clase de los trabajadores, sus entrañas ardieron de todos modos, y la crisis que conduciría a su derrota finalmente estalló. El capitalismo con sus tristezas pronto terminará y el mundo, aunque no entero, feliz reirá, parafraseando aquel tango que Carlos Gardel tan bien entonaba.
Si bien la crisis está presente, al parecer ningún fantasma recorre Europa y menos que menos al mundo, al menos no el fantasma del comunismo ni el del fin del capitalismo.
Ya tempranamente Gramsci nos advertía que el capitalismo era algo más que un modo de producción, su noción de hegemonía, así como la disciplina foucaultiana, llamaron la atención sobre la multidimensionalidad del capitalismo. Aunque parezca superfluo recordarlo, el capitalismo ha atravesado ya por varias crisis. Entonces, el capitalismo no es solo un sistema de producción sino también una forma de dominación, por lo que hace falta algo más que una crisis financiera para redactar su acta de defunción.
En este sentido, creemos que la mayor evidencia de que el capitalismo no es solo un sistema de producción es que generalmente se tiende a enunciarlo solo de esa manera, como una buena forma de enmascararlo. Probablemente luego de este cimbronazo asistamos a una reconversión, a una nueva fase, a una metamorfosis, pero sean cuales sean estos cambios, siempre en capitalismo como sistema de dominación.
Quizás una de las tareas del pensamiento crítico no es tanto vaticinar defunciones, sino agudizar la vista e identificar cuales pueden llegar a constituirse como los nuevos mecanismos de dominación en lo que podrían llegar a ser las nuevas formas o modalidades de este régimen social de acumulación, usando la expresión de Nun.
Sin intención de rigurosidad alguna, si los mecanismos de dominación en los albores del capitalismo argentino estaban concentrados en la política represiva del Estado frente al movimiento obrero y en la relación puramente contractual entre obrero y el patrón, que dejaba grandes márgenes de discrecionalidad a este último, si en los Estados de Bienestar las disciplinas en las instituciones cerradas (fábricas, escuelas, hospitales), y la normalización de la familia, asistimos en el neoliberalismo al traslado de los mecanismos de dominación desde el Estado hacia instituciones más minúsculas, como agrupaciones de la sociedad civil, amparadas bajo el nuevo “sentido común” de la desregulación. Deberían los críticos prestar especial atención en aprovechar esta oportunidad para lograr identificar cuales serán los nuevos mecanismos de dominación que se desprenderán de la crisis, en vez de comenzar los festejos.
Partiendo del supuesto de que el capitalismo es un sistema de dominación llegamos a la siguiente hipótesis: si esta crisis produce un reordenamiento en el sistema de producción, también ocasionará un reordenamiento en las formas de la dominación. En ese caso uno de los grandes desafíos será ponerlos en evidencia.


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