jueves, 23 de octubre de 2008

Líneas de aporte para re-pensar la crisis (por Julia Expósito)

El capitalismo arrastra al mundo a una profunda crisis, que por sus características dificulta prever cual va a ser su salida. Crisis que no hace mucho tiempo parecía ser una crisis cíclica mas, como muchas otras, aparece hoy en sus verdaderas proporciones.
Desde el 15 de septiembre, con la caída del Banco Lehman Brothes, se instalo el pánico en los mercados capitalistas del mundo entero. Entraron en quiebra algunos de los más importantes bancos de los EE.UU. y Europa, quedando congelada la oferta de crédito en forma generalizada. Esto llevó a que los gobiernos de esas regiones respondieran con una de las mas grandes intervenciones estatales en el sistema financiero mundial, pero a pesar de a la nacionalización de deudas privadas y la estatización parcial de los bancos no se logra revertir la crisis, ni impedir la recesión. Esto da cuenta de que, para este sistema, en un momento de crecimiento económico y altas ganancias “es preciso” privatizar al Estado, pero que en los momentos de crisis y grandes pérdidas el Estado debe financiar a los capitales: socializar las pérdidas, privatizar las ganancias.
Vale aclarar, que al ser una “estatización” para “salvar” a sus banqueros, lo que permite que sigan siendo dueños de los bancos, y justamente ese es el problema. Estos desequilibrios son intrínsecos al capitalismo, y no podrán detenerse mientras exista un régimen gobernado por la supremacía de la especulación y la maximización de beneficios.
Retomando, el esquema especulativo se vino abajo cuando se tornó evidente que millones de compradores no podían pagar sus hipotecas. La actual crisis se manifiesta de manera tan violenta debido al grado de desarrollo alcanzado por el capitalismo Imperialista y por la lucha de clases en la época que vivimos; como parte de un proceso que muestra un desarrollo particular de las contradicciones que se estaban gestando hace varios años. En la década de los 90, luego de atravesar severas crisis, el imperialismo logró inaugurar un período de expansión a través del enorme aumento de la explotación de los trabajadores a lo largo del mundo, recolonizando incluso los países subdesarrollados.
Las nuevas tecnologías a su vez, posibilitaron el aumento de la productividad y la expansión de un mercado financiero mundial que permite imprimirle un ritmo instantáneo al reparto de beneficios y a la acumulación de capital. Este sistema otorgó la posibilidad de extraer una enorme masa de plusvalía, lo que a su vez provocó una sobre- acumulación de capital. Y durante las últimas décadas, esta sobre-acumulación generó un gran aumento del capital ficticio, capital que por su misma definición no es invertido en la producción directamente, sino que se convierte en capital especulativo.
Como toda crisis económica del capitalismo, ésta ya dejó entrever su cara “social”, que se manifiesta cuando los costos golpean a los trabajadores y masas populares. De acuerdo a ésto, ya se pueden distinguir las restricciones del crédito al consumidor y el devastador incremento en los precios, que se suman al enorme aumento del desempleo que se empieza a sentir a nivel global. Uno de los principales problemas a los que comúnmente se vincula este desempleo es la gran cantidad de inmigrantes radicados en las grandes potencias, por lo que una de las medidas fundamentales viene siendo frenar la inmigración, principalmente a EE.UU. y Europa. Esta medida no sólo no soluciona el problema sino que incrementa los niveles de exclusión y xenofobia que sufren estos trabajadores que se ven obligados a migrar.
Este análisis sería parcial si nos limitáramos al plano económico y social: el descalabro económico dejó en evidencia una crisis política en el país más poderoso del mundo. Uno de los ejemplos más significativos fue la votación del paquete de ayuda a los bancos en la que el gobierno de W. Bush fue derrotado en una primera votación en la cámara. Por esta misma línea, estamos de acuerdo con la “fúnebre” aseveración de Claudio Katz: “Bush es un cadáver del proyecto neo-conservador, socavado por la aventura en Medio Oriente (…) Pero más significativa es la fulminante pérdida de autoridad presidencial para actuar frente al desplome bancario. No es la cercanía de las elecciones lo que erosionó ese poder, sino la división de la elite estadounidense frente al territorio de Wall Street.”[1]
El capitalismo, por lo tanto, es un sistema en decadencia, que desarrolla tecnología para aumentar ganancias y no para beneficio de toda la humanidad. Cada vez es más evidente como utiliza dicha tecnología para la destrucción del hombre y la naturaleza. Por eso creo que en esta época se hacen cada vez más presentes las palabras de Rosa Luxemburgo: “Socialismo o Barbarie”. O se produce un cambio radical, o se llegará a la degeneración casi completa del hombre, donde el hambre, la miseria y la explotación van a ser cada vez mas profundas. El problema radica, a mi entender, en que la dinámica va en ese sentido.Es precisamente por esto que es importante realizar un análisis profundo y complejo de esta crisis para interpretar qué esta sucediendo. Pero no hay que detenerse en el mero análisis, es necesaria también la organización de los oprimidos para generar propuestas que abran alternativas populares. Porque, como marcaba Marx en la tesis 11, son fundamentales las distintas interpretaciones del mundo pero de lo que se trata, en realidad, es de transformarlo.

[1] Katz Claudio, “Lección acelerada de capitalismo”, en Rebelión, 4/10/2008.

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