jueves, 23 de octubre de 2008

Suponiendo (o de las zonceras de la opinión pública argentina ) por Lucila De Ponti

Pensemos el Estado. Y pienso… de distintas formas el Estado se puso bajo la lupa en estos acontecidos ¿cuantos meses? Se me ocurre un numero, 125.
Para cuestionarlo o para reafirmarlo, explicita o implícitamente, el Estado ocupó el centro de la escena. Recuerdo que en 2007 Eduardo Rinesi afirmaba que debíamos volver a reflexionar a cerca del Estado, que muchas pistas para entender la crisis de diciembre de 2001 podían buscarse en el gobierno de Duhalde, en el año 2002; momento desde el cual comienza a reconstruirse el Estado. Podemos también pensar que detrás del “que se vayan todos” y las cacerolas estaba el reclamo de una sociedad desamparada frente a la caída estrepitosa del más rancio neoliberalismo, que se llevaba consigo algo más que recursos materiales. Una sociedad a la cual aquel Estado desguasado por el menemato no podía (ni quería) ofrecer ningún tipo de garantía.
En este convulsionado 2008, que de una manera espositiana dio paso al debate político de la mano del conflicto, la caída del muro de Wall Street nos reafirma un poco en esta certeza de repensar el Estado. Especialmente cuando los gobiernos del ”primer mundo” han salido con sus colchones de billetes a evitar el (¿inevitable?) colapso de las más importantes entidades financieras.
No obstante, en este confín de Latinoamérica, vimos como se ha ejercido una enérgica oposición a la recomposición e intervención del Estado nacional en esferas de lo “puramente económico” (o en esferas pensadas como propias del mercado). ¿Será aquello de que somos un país bananero y todas las medidas de nuestra clase política son una burda copia de lo que hacen los “genios” anglosajones? ¿Será esto una extensión de las zonceras mediante las cuales Jauretche nos explicaba aquello que llamamos colonialismo cultural? Aun teniendo en cuenta que allá arriba se generó la socialización de las perdidas de los magnates bursátiles, deudas absorbida por los Estados del “primer mundo” para seguir manteniendo en pie el tambaleante sistema financiero. Aun considerando que en nuestro país las recientes estatizaciones significan en primer lugar preservar a los trabajadores y jubilados.
Será que persiste entre nosotros la certeza de que el Estado no debe meter su mano donde ya esta presente la mano invisible del mercado; claro, a no ser que la mano del mercado se retire llevándoselo todo consigo, como suele ocurrir.
Entonces, pienso, debemos reflexionar acerca de la necesidad del Estado y lo publico, que deben ocupar lugares aun más amplios que los actuales. Y si pensamos socialmente al Estado, pensemos también en aquellos que no poseen ni un fondo de retiro, ni una renta agrícola, ni un trabajo. Porque ya ni una voz tienen, si están todos pagos, si vinieron por el chori, si son 8 millones de votos comprados. Ni el espacio público pueden ocupar, si tienen que sacar turnos para manifestarse por las calles de macrilandia. El Estado argentino tiene que reconstruirse para todos, no solo para los que podemos detener el país con nuestras cacerolas cuando las vías institucionales dejan de agradarnos, o cuando el discurso de la presidenta es tan soberbio que no lo soporto. Si tanto criticamos al menemismo, ¿porque criticamos también cuando se intenta reconstruir lo que a su paso avasalló? Entonces que era lo que nos molestaba de la “fiesta menemista”: ¿la destrucción del Estado, de la industria, de nuestra economía productiva, los millones de desocupados, los jubilados desamparados, los niveles de pobreza?; ¿o nos molestaba Zulemita y la Ferrari?

5 comentarios:

Sr. Thompson dijo...

Coincido con la necedidad de repensar el Estado, pero no considero que él simplemente desapareció derante los 90. Si algo hizo el gobierno de Menem fue intervenir en las relaciones sociales qeu durante décadas se fueron construyendo, fue una intervención con otro sesgo, orientación y caráctes clasista, pero intervención al fin. El Estado fue el garante de las ganancias extraordinarias de los Grupos Económicos Locales, Extranjeros y de la Banca Internacional.
Además no te creas que nustros entrañables políticos sólo copian lo que ya se hizo en el norte del planisferio. Argentina fue una adelantada en esto de chupar deudas privadas a montones. En 1981, cuando Cavallo era presidente del BCRA, y Carlos Melconia miembro del directorio, esa institución creo los "seguros de cambio", mediante los cuales los Grupos como Macri, Techint, Alpargatas, Perz Companc, etc. licuaron sus pasivos en dólares y se los pasó al Estado con "capacidades especiales" argentino.

Matogrosso dijo...

Lucila, vos decís que es necesario ampliar la esfera del Estado y de lo público. Estoy de acuerdo. Pero tengo una impresión, que reducís el conflicto por la 125 a la puesta en cuestión de la intervención del Estado en la economía por ciertos sectores a los que parece ir dirigido sobretodo el final del artículo. La cuestión me parece que está planteada al modo en que se dio apoyo al discurso oficial. De un tiempo a esta parte, me parece que, como diría Wainfeld, “no caló”, y sigue sin calar.
Yo estaba de acuerdo, en general y con algunos matices, con el sentido de la 125, pero si es que hay un proyecto de Estado que ayudar a construir (y no reconstruir, porque inevitablemente debe ser algo nuevo, más allá de la dislocación del tiempo), y lo que digo no es haciéndome el analista o algo distinto de lo que llamo “la gente que apoyó al campo”, sino que es lo que dice esa misma gente y no creo que sea legítima una dicotomía academia-sociedad, es decir: es un discurso político que no cala donde tiene que calar. Además, no nos ayuda a pensar a los politólogos el porqué del conflicto ni su complejidad en el proceso hasta su resolución. No es suficiente con decir más Estado, porque ese Estado puede ser regresivo o progresivo, en fin...como dice Sr. Thompson sobre la experiencia del menemato, o los estudios de Oszlak que demuestran que en realidad el Estado se “agrandó”.
Me parece que lo que está en cuestión es ¿Qué Estado es necesario y posible? y ¿Cómo hacemos para construirlo? Como vos decís: pensemos el Estado. Pienso que la mano invisible del Mercado es lo que hace imposible a los argentinos honrar la Constitución Nacional y garantizar todos los derechos consagrados en ella. Pensemos entonces al Estado regulando de otra forma la economía, favoreciendo con diversas políticas la construcción de “Otra Economía”, más igualitaria, con solidaridad, con dignidad, sustentable ambientalmente, con control democrático a través del Estado u otras instituciones en distintos niveles jurisdiccionales
Muy bien, más Estado, otro Estado, pero, ¿qué forma de hacer política?, ¿qué forma de tomar las decisiones?, ¿ qué forma de intervención y redistribución?, ¿qué forma de legitimación luego de la crisis de legitimidad del 2001, si no se fueron todos, al contrario?.
¿Es el Estado la única institución capaz de redistribuir riqueza y oportunidades?,es decir, ¿es el Estado el único lugar de la política?, ¿o este conflicto implicó política en otras partes (entidades agropecuarias, modelos productivos, cultura productiva) que ese Estado antes favoreció, promovió y consolidó poniéndose del lado del mercado (externo e interno) generando a veces lo contrario que vos decís tendría que generar (problemas ambientales que hacen al empeoramiento de la calidad de vida de los argentinos, exclusión, una economía que sigue manejándose en términos de rentabilidad)?. ¿Era la única forma de sacar “adelante” el país? El espectro del “que se vallan todos” ronda en las cacerolas y en los tractores, en las oposiciones. Cuando se habla de un “Estado de amigos”, que no lo dice solo Buzzi, sino también cierta oposición que se muestra compañera en algunas circunstancias y por lo mismo más seria: es falta de confianza. Y esto resurge en el debate por las AFJPs diría en los mismos términos.
Muchas personas están tratando de sacar al país adelante, construir una argentina más solidaria, más igualitaria, más independiente, más sustentable. Todos desde sus lugares y haciendo política en lugares distintos al Estado. Pero hay lógicas institucionales que operan a nivel macro y que no son necesariamente excluyentes: Mercado-Estado. En su libro “Crisis de Legitimidad en el Capitalismo Tardío”, Habermas sostiene que en un Estado de bienestar el ojo (las demandas) de la sociedad está puesto en el gobierno. No cometamos el error de creer que el poder (el objeto de la politología) está en el gobierno o en el Estado. Por otro lado, ¿funciona esa lógica en la argentina a pesar de que no sea este un Estado de Bienestar? Sin embargo, a raíz del conflicto por la 125 me parecen que se abren todos los interrogantes anteriormente citados y la pregunta a cuento de Habermas: ¿qué debe cambiar el gobierno en su forma de hacer política?, ¿dónde tienen que mirar los militantes políticos si no es al Estado?, o ¿dónde tiene que mirar el gobierno a la hora de buscar apoyos?
Subyace la idea en mi argumento de que la 125 era redistributiva en si misma hasta cierto punto (en especial luego de las modificaciones en la cámara de diputados) por su efecto sobre los precios, por la movilidad, por la captación de renta extraordinaria, y por cierto desincentivo sobre la producción del virus de la soja transgénica. Siguiendo con la hipótesis de que el gobierno quiera redistribuir, me da la sensación de que en “el modelo” se dio un conflicto de intereses o una contradicción propia del mismo. Este es un gobierno “justicialista” cuyo modelo se basa en un pacto con el capital concentrado transnacional y nacional y en el mantenimiento de cierto nivel de crecimiento, que permite la inclusión de sectores postergados mediante el empleo, sectores que presionan por el mantenimiento de cierto nivel de vida. Como dijo Verbitsky en uno de sus artículos a pocas semanas de comenzado el conflicto, hay actores que no se dieron a luz y que tienen un gran peso: las semilleras cerealeras aceiteras transgénicas transnacionales concentradas, quienes lograron dividirnos y se salieron con la suya, dominan la tecnología, la técnica, el capital y los mercados. El Martín Fierro sigue vigente como siempre. La contradicción esta dada en el propio armado político del FPV y en las cámaras de representantes. Entonces, en caso de querer redistribuir riquezas mediante el Estado, de nuevo: ¿dónde tiene que mirar el gobierno a la hora de buscar apoyos?. ¿Cuándo le es viable salvar la contradicción que es propia de sus estructuras?. ¿Cómo juegan las próximas elecciones?. ¿Cómo juega la crisis internacional?. ¿Cuál es “el eslabón más débil de la cadena”, tanto a la hora de construir poder electoral como a la hora de tomar medidas redistributivas?. Táctica y Estrategia. El caso de las AFJPs es paradigmático en este sentido y es clave para marcar el rumbo de la política a mediano plazo. La recuperación de la confianza de parte del gobierno de ciertos sectores populares, productivos, mediáticos y de la sociedad civil es axiomática.

Matías Daneri.

Noel dijo...

Coincido con la mirada de Lucas(o en todo caso el sr.Thompson)en relación a la igual intervención del Estado en la década del 90.Se debe observar a dónde apuntaba la intervención de este estado buscando cuáles eran las clases beneficiadas por esa intervención.La pregunta que se me ocurre es ¿Dejaron de beneficiarse?
Que hoy la presencia sea más visible no significa que si no es visible no exista.
Saludos
María Noel Ferri

Anónimo dijo...

Cito a Horacio Verbitsky: "el gobierno asume su responsabilidad como garante de última instancia de los ingresos de los más vulnerables"; principalmente, y entre otras cosas, creo que es eso lo que define a un Estado Interventor, y me resisto a llamar con el mismo termino a los estados neoliberales, porque creo que los significados del lenguaje tambien deben disputarse. El Estado no desaparece, seguro,me parece casi una obviedad aclararlo, pero en otros tiempos no tan lejanos su funcionalidad estuvo direccionada a desaparecer de la cotidianeidad de los ciudadanos para no poder dar cuenta de ninguno de los derechos que un estado debe garantizar.
Vivimos en un mundo capitalista, y creo que por un tiempo la economia seguira rigiendose por la rentabilidad, y hay sectores que no dependen en gran medida del Estado para beneficiarse. Pero existen otros que dependen en gran medida del Estado, no solo para beneficiarse, sino para su subsistencia; habria que ver que nivel de presencia tuvo un estado como el menemista para estos sectores.
Y yo creo en el Estado como una instancia que consolidando una voluntad política es generadora de transformaciones; esto es una respuesta para una de las tantas cosas que me opinaste Mati, me parecio muy enriquecedor tu comentario yen tanto generador de debate politico.

La Autora.

Anónimo dijo...

"yo creo en el Estado como una instancia que consolidando una voluntad política es generadora de transformaciones"

Esto es una verdad irrefutable pero al mismo tiempo no nos dice mucho sobre las opiniones de la autora. El Estado es organización, ¿de qué?, sin dudas de la fuerza. La Ley sin un respaldo coercitivo no es más que papel pintado. El Estado es la violencia organizada. Aplicada en su medida justa. Necesaria. Según los tiempos que corran. A Ésto se refiere la autora cuando habla del estado como una "instancia" que "consolida una voluntad política". Se refiere a una voluntad que se hace fuerza, una política que se hace efectiva. y ¿cuál es el fin de ésta voluntad?, la autora nos dice "generar transformaciones". ¿Qué tipo de transformaciones?, para responder a ésto habría que preguntarse sobre la identidad de aquella voluntad, la orientación de aquella política, el interés del sujeto, sea individual o colectivo. Sea de CLASE o de Casta.
Pero la autora no nos dice nada en concreto sobre ésto. Nos dice lo que ya sabemos, nos dice que ella "cree (!!) en el Estado como una instancia que consolida una voluntad política". Pero ésto no es una creencia individual sobre lo que podría ser, o no, el Estado. Ésta es la descripción más fiel del Estado, la que salta a simple vista. Hablar de voluntad política en vez de fuerza o interés de clase no es más que usar un eufemismo. Y por ello es que, para escapar de lo concreto, de ser preciso, es que la autora habla con generalidades. Para no decirnos lo que piensa en realidad. Porque, ¿a qué voluntad política responde su estado? y, en función de ella, ¿hacia dónde se dirigen sus transformaciones? Su Estado es un estado Capitalista? Posiblemente. Liberal o Keynesiano? Posiblemente el segundo. Intervencionista. El liberalismo es una política de Estado, no olvidar ésto. Y el Keynesianismo también lo és. Pero ¿de qué tipo de Estado son ambas formas de organización de la producción? de un Estado Capitalista. La crisis de la sociedad del consumo a base de crédito (ésto es el neoliberalismo) es la reafirmación del Keynesianismo o el cuestionamiento del sistema Capitalista? Cómo se llegó al Neoliberalismo? Con la crisis de los estado de bienestar a partir de la década del 70 del siglo pasado. Hacia dónde nos llevarán las transformaciones que prefiere la autora: hacia el keynesianismo -es decir un cambio parcial dentro del sistema capitalista- o hacia un Estado de nuevo tipo, es decir dirigido por otra Voluntad Política, otro interés de Clase. La autora se descarta por el intervencionismo pero evita precisar que la "transformación" que propone se desarrolla dentro de un mismo sistema social, el capitalismo. Evita hilar lo suficientemente fino como para develar que keynesianismo y neoliberalismo son dos caras de una misma moneda. Citando a Jauretche "de lo que se trata no es de cambiar de collar sino de DEJAR DE SER PERRO". Pero como ésto es problema del perro y no del tipo que lo zarandea, y nuestra autora sabe de qué lado está, no le preocupa mucho esta cuestión. En fin, la autora debería tener en cuenta que la historia ha dado también Estados obreros sobre bases económicas y sociales radicalmente distintas y alejadas de la farsa reformista del keynesianismo.